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La llama no se apagará: Fe y esperanza en acción
Citar: elDial.com - CC75EE
Copyright 2024 - elDial.com - editorial albrematica - Tucumán 1440 (1050) - Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina
Texto Completo
La
llama no se apagará: Fe
y esperanza en acción
Los
portales y periódicos de todo el mundo
anuncian una noticia que conocemos y que hemos adelantado en otras
editoriales
en ocasión de otras acciones de Rusia:
“Rusia
y Ucrania: La invasión de Ucrania es un
acto de agresión y una catástrofe para los derechos humanos”
Las
fotos en los medios nos invaden en la
realidad.
Lo
cierto es que
la invasión de Ucrania ya se ha traducido en ataques indiscriminados a
zonas
residenciales, instituciones médicas, infraestructura social y otros
bienes e
infraestructura de carácter civil, y ha causado muertes y heridas entre
la
población civil. Ha provocado un desplazamiento masivo y la destrucción
de
viviendas civiles. En los combates en Donetsk y Luhansk, sobre todo en
2014-2015, hubo ejecuciones extrajudiciales, tortura y otros malos
tratos,
desapariciones forzadas y privación ilegítima de libertad.
Esa
es la realidad y constituyen las crónicas de
un desastre anunciado.
En
tanto otros adelantaron lo que iba a suceder.
Dicen
con razón que los filósofos van un paso adelante
y es así que hace tres años dos pensadores, Bernard-Henri Lévy francés
y
Aleksandr Duguin ruso, participaron de un simposio en el que
discutieron con
pasión visiones que iban a modelar la invasión de Ucrania.
Lévy
afirmó que “La invasión de Ucrania por
Rusia es una violación manifiesta de la Carta de las Naciones Unidas y
un acto
de agresión que constituye un crimen de derecho internacional”
Ahora
escuchemos
a Duguin:
“Creo
que nos acercamos al final de la hegemonía
occidental, del dominio estadounidense o del liberalismo global. Me
gustaría
preguntarle por qué sigue defendiendo
este sistema cada vez más abiertamente nihilista, por qué lucha por
esta
modernidad decadente, en decadencia, y por qué invierte todo su poder
intelectual para defenderla”.
Lévy
contesta sin dudas:
“Lucho
por la modernidad política, porque
significa democracia, libertad, igualdad
entre mujeres y hombres, laicismo, etc.”, contesta el
francés. “Aunque la
modernidad política probablemente esté en crisis, rechazo la idea de su
decadencia irreversible y, peor aún, de su desaparición. Y lo rechazo
porque creo firmemente que la supervivencia
de la
democracia liberal es una ventaja para el mundo entero”.
Duguin
replica:
“Desafío
que el sujeto de la libertad sea el individuo”, “Por ejemplo,
en nuestra
tradición rusa, el sujeto de la libertad o el sujeto humano no es
individual,
es colectivo. Y eso fue en la época de los zares, eso lo definió la
iglesia,
después el comunismo. Pero la identidad colectiva siempre fue dominante
en
nuestra cultura. (...) Solo cuestiono
que la única forma de interpretar la democracia es como el gobierno de
las
minorías contra la mayoría, que la única forma de interpretar la
libertad es
como la libertad individual, y que la única forma de interpretar los
derechos
humanos es proyectando un estilo moderno, occidental, versión
individualista de
lo que significa ser humano en otras culturas”.
Pero
Lévy también
replica:
“Veo
una pura y
rabiosa agresión y violación del derecho internacional, veo un intento
de
reescribir y revisar la historia que, por cierto, si te entiendo bien,
hoy
persigues.
Cuando dices que Ucrania es un estado nuevo,
esto es lo que escuché: ¿cómo puedes decir eso? Ucrania
existió antes que Rusia”, “Ucrania es un país antiguo, más
antiguo que Rusia”.
Sin
argumentos Duguin invade con la palabra:
“Es
Rusia”.
Cuando
se acaban
las palabras comienza la fuerza: Es Rusia
Pero
el derecho internacional tiene mucho que
hacer.
El
mensaje es que hay que requerir a los Estados
miembros de la ONU que protejan y defiendan la Carta de la ONU, que
prohíbe el
uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia
política
de un Estado. Recordemos que las únicas excepciones de estas
disposiciones son
la legítima defensa y que este uso de la fuerza sea autorizado por el
Consejo
de Seguridad de la ONU, ninguna de las cuales se aplica a esta crisis.
Tampoco
dejemos de recordar que, según el
derecho internacional, corresponde a todos los Estados resolver las
controversias internacionales por medios pacíficos y sin que se ponga
en
peligro la paz, la seguridad y la justicia internacionales.
En
síntesis: “La invasión de Ucrania por Rusia
es importante, grave y está definida por una sola característica: la
agresión.
“Rusia
incumple claramente sus obligaciones
internacionales. Sus actos son abiertamente contrarios a las normas y
principios en los que se fundaron las Naciones Unidas. Todos los
miembros de la
ONU deben condenar rotundamente esta conducta. No se puede permitir que
el
flagrante desprecio de Rusia envalentone a otros a seguir su ejemplo ni
que
debilite la capacidad de la ONU para contener esta conducta”.
Es
hora de parar esta guerra absurda.
La
escena ahora se desarrolla en la Asamblea de
Naciones Unidas, lejos de los misiles y bombas:
Con
140 votos a favor, 5 en contra y 38
abstenciones, el mensaje de una gran mayoría de países del mundo fue
claro: las
“consecuencias humanitarias de la agresión contra Ucrania” deben ya ser
evaluadas y tomadas en cuenta.
La
primera línea de la resolución es tan
realista como contundente: “Reafirmando su determinación de preservar a
las
generaciones venideras del flagelo de la guerra”.
Su
tercer elemento no es menos importante:
“Recordando la obligación que incumbe a todos los Estados, con arreglo
al artículo
2 de la Carta de las Naciones Unidas, de abstenerse en sus relaciones
internacionales de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra
la
integridad territorial (…)”
Así
lo transmite con emotividad el preámbulo de
la Carta de la ONU que estamos enseñando desde hace medio siglo:
“Nosotros,
los pueblos de las Naciones Unidas,
resolvieron preservar a las generaciones venideras del flagelo de la
guerra que
dos veces durante nuestra vida ha infligido a la humanidad sufrimientos
indecibles…”.
Para
terminar y para comenzar escuchemos el
discurso de Charles de Gaulle el 18 de junio de 1940.
“Pero,
¿se ha dicho la última palabra? ¿La
esperanza debe desaparecer? ¿La derrota es definitiva?¡No!
Pase
lo que pase, la llama no debe apagarse y no
se apagará.”
Eso es todo. Ahora Fe y Esperanza.
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