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Entrevista al Dr. Martín Zapiola Guerrico
-elegido por la publicación británica Latin Lawyer como "el abogado pro bono del año"-
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Texto Completo
Entrevista al Dr. Martín Zapiola Guerrico |
Buenos
Aires, 5 de Mayo de 2015 Martín Zapiola Guerrico es
abogado, miembro
de la Comisión de Trabajo Pro Bono e Interés Público del
Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires.
Recientemente ha sido elegido por la publicación británica Latin Lawyer como “el abogado pro bono del año” por su
compromiso en la promoción de este ejercicio de la profesión. Por eso, desde elDial.com
quisimos entrevistarlo. ¿Qué
es y cómo fue la creación de la Comisión Pro Bono del
Colegio? La Comisión Pro Bono es un
espacio que convoca y reúne a un grupo de abogados que
trabajan por el bien común y cuenta con una Red de estudios jurídicos prestigiosos que
actúan gratuitamente en casos de interés público.
Entendemos al Derecho como una herramienta útil para el
cambio social y la modificación de políticas
públicas. Comenzó como un movimiento de
diversos directores y socios del Colegio de Abogados de la
Ciudad de Buenos
Aires durante el año 2000. Fue
creciendo y sumando nuevos estudios a la Red, que actualmente
cuenta con 20 de ellos. Los estudios son sumamente
importantes para el trabajo de
la Comisión y, asimismo, son lo que sostienen
financieramente a la misma. Los estudios miembros de la Red
deben pagar una matrícula anual y una cuota mensual. Gracias a este financiamiento
pudimos contratar en su momento a una coordinadora y a una
asistente, lo que cambió mucho la dinámica y aceleró el
crecimiento. ¿Las
aéreas de expertise
son determinantes al momento de tomar un caso por parte del
abogado? En el trabajo pro bono no es indispensable manejar
un área de expertise
determinada para tomar un caso, pero si es determinante la
motivación y el interés por tomar el caso. En el trabajo pro bono es
clave cuánto me sensibiliza o apasiona el caso que estoy
aceptando, ello –sumado a la responsabilidad del
profesional– determina en gran medida la calidad y
eficiencia de la gestión. Por supuesto, el abogado tiene que
estar dispuesto a estudiar lo que no sabe y a consultar a
otros colegas probonistas con mayor experiencia en casos
similares. Un elemento de la cultura pro
bono, que no se encuentra en el trabajo rentado, es
que es muy horizontal y colaborativa. En gran medida el
trabajo se practica en red y es habitual consultar libremente
a nuestros colegas. En el Pro Bono “copiar no es malo”:
al no existir el elemento competitivo de otras areas –dado
que todos trabajamos por un interés público– es habitual
compartir conocimientos y “know-how” profesional. De
alguna medida, todos somos parte de algo más grande, un
proyecto que nos excede y nos enorgullece al mismo tiempo. ¿Qué
pasa con el conflicto de interés entre los estudios y los
clientes de pro bono? El chequeo del posible conflicto
de intereses es una norma ética esencial en nuestra profesión,
ya sea que la ejerzamos en forma pro bono o en forma rentada.
Un abogado no puede representar intereses contrapuestos en
forma simultánea y ello se aplica en todos los órdenes del
ejercicio profesional. Dado que la Red de nuestra Comisión
cuenta con muchos estudios jurídicos, y que los casos se
toman sobre una base estrictamente voluntaria, si
existe conflicto de intereses para uno de los estudios
nada obsta a que el caso sea tomado por otro. ¿Cuál
es su motivación en el trabajo de promover el Pro Bono? ¿Qué
es lo que lo llevó (y lo lleva) a trabajar “por el bien público”?
A mí siempre me interesó la
“cosa pública” y tengo un vínculo afectivo muy fuerte
con el país. Pero alrededor del 2001, con la crisis económica
y con las escenas que uno veía en la calle, de la gente
revolviendo en la basura, cinco presidentes en una semana,
default, congelamiento de depósitos bancarios, 50% de la
gente debajo de la línea de pobreza, mi “autoestima
ciudadana” tocó fondo, me sentí muy frustrado. Esto sucedió –no por
casualidad– en un momento en que, con un grupo de consocios
del Colegio deAbogados de la Ciudad de Buenos Aires, estábamos
intentando armar una red de
estudios dispuestos a hacer trabajo voluntario y
gratuito en causas de Interés Público. Todos sentíamos que
las causas de la crisis que estaba viviendo el país no eran
meramente “circunstanciales”,
sino que tenían un carácter más profundo y
vinculado con lo institucional y el no-imperio de la ley. Así es que empecé a tener la
posibilidad de trabajar en causas judiciales vinculadas con
temas de Interés Público y, de tal manera, aportar mi
“granito de arena” en el terreno legal-institucional.
Intervine en el 2001, junto con otro estudio probonista, en
la causa contra el Senado
de la Nación por su negativa a hacer públicas las
declaraciones patrimoniales de los senadores (en violación a
la Ley de Ética Pública) y luego en otras causas de alto
impacto. Para mí el pro bono funciona
como una suerte de “laborterapia”, que me ayuda a calmar
mi angustia como ciudadano. ¿Cuáles
son los principales desafíos/obstáculos a la hora de
realizar trabajo pro bono en Argentina? No creo que haya obstáculos
materiales importantes, ya que no hay limitaciones
regulatorias o normas que impidan o limiten la práctica pro
bono. Sí existen desafíos culturales, ya que nuestra
profesión está hoy muy focalizada en la abogacía como
medio de subsistencia personal (algo que por supuesto es muy
válido) y muy desentendida de su eminente función
institucional. Si los abogados argentinos del siglo XIX
hubieran tenido la misma actitud, no sé si hoy tendríamos
un país. En el caso del abogado que
trabaja en forma independiente, éste puede sentir que
la falta de “expertise”
específica pueda llegar a ser una limitación, pero si el
abogado tiene la voluntad de estudiar y de consultar a sus
colegas, eso se supera. En el caso del abogado que
trabaja dentro de una organización, puede ser un poco más
complicado, ya que necesita un apoyo muy fuerte de la
organización para que le permita, dentro de su horario
laboral, dedicarse a temas
pro bono. La Comisión trabaja mucho con
los estudios para mejorar las condiciones de esos abogados
con vocación pro bonista, para que haya condiciones
favorables y la práctica pro bono no vaya en detrimento de
sus posibilidades de crecer profesionalmente dentro de la
organización. Muchos de los estudios de la Red han suscripto
un Compromiso de Buenas Prácticas Pro Bono que vá en esa
dirección y es un hecho muy positivo. ¿Ha
crecido la activad pro bono en el país en estos últimos años? Hablando desde la Red Pro Bono de
la Comisión, la actividad ha crecido mucho; ésta ya cuenta
con 20 estudios,
desde los más grandes a los más chicos, que atienden a
cientos de ONG e individuos en problemáticas legales de
Interés Público. Los estudios han avanzado mucho en la
institucionalización interna del trabajo Pro Bono y
participan en muchos proyectos de impacto social. También
hemos avanzado a niver de Universidades: la Comisión trabaja
con la UBA y universidades privadas en charlas y talleres
para difundir la importancia del trabajo Pro Bono entre los
futuros abogados. El nuestro es un proyecto de
cambio cultural en la profesión y, como tal, su avance
requerirá se mide en décadas y no en años. Seguramente
tendrá muchas experiencias y anécdotas como abogado pro
bono, pero ¿podría contarnos alguna que recuerde
especialmente? Hay muchas, pero recuerdo una con
especial cariño. Es un caso que llevó un estudio de la red,
para lograr que las escuelas públicas y privadas de la
Ciudad fueran accesibles para personas con discapacidad. El 85% de las escuelas de la
Ciudad no eran accesibles. Esto quiere decir, que para que un
chico pudiera entrar al colegio tenía que ser “izado”
por varios compañeros en su silla de ruedas (y muchas otras
dificultades mayores, claramente indignas e inhumanas). Es así
que un estudio jurídico de la Red patrocinó a una ONG
dedicada al tema, que se llama “Acceso Ya”. Iniciaron un amparo que tuvo
sentencia favorable en primera instancia; el GCBA apeló la
sentencia, pero luego se inició un canal de diálogo con el
Gobierno de la Ciudad y la ONG. Yo participé en las
reuniones de negociación –en razón del involucramiento
institucional de la Comisión Pro Bono con el caso– y era
fascinante observar como el Gobierno y la “sociedad
civil” mantenían maratónicas sesiones de diálogo en
busca de un acuerdo para dotar de accesibilidad física a
cientos de escuelas escuelas de la Ciudad, con un cronograma
realista y proactivo a la vez. Finalmente se firmó un acuerdo entre el Ministerio de Educación y la ONG, y en ese acto
solemne tomé conciencia de los cambios sistémicos que se
pueden generar cuando se unen las ONG con abogados
probonistas comprometidos. ¿Qué
consejos le daría a abogados que tienen interés en realizar
trabajo pro bono (abogados particulares o miembros de
estudios que no son parte de la comisión pro bono) pero que
no se animan a arrancar? Lo primero que les recomendaría
es que busquen un tema que los sensibilice, que los movilice:
tiene que haber una motivación personal. Después les diría que no sean tímidos
a la hora de consultar a sus colegas, obviamente sobre la
base de la reciprocidad. En ese sentido, la Comisión Pro
Bono genera ámbitos muy propicios para el intercambio de
ideas y para compartir conocimientos y know how (pueden ver más
información en www.probono.org.ar). Para quienes ejercen la
profesión en forma individual, es importante contar con una
“red de contención y consulta”. Cuéntenos
qué sucede en América Latina y en el resto del mundo. ¿Se
ha extendido la cultura Pro Bono? El movimiento comenzó en Buenos
Aires y Santiago de Chile en el año 2000 aproximadamente, y
luego se sumó Colombia. Posteriormente se han sumando varios
países, como Brasil, México, Perú y Venezuela. Para un mejor trabajo contamos
con una red de iniciativas latinoamericanas que se llama
“Red Pro Bono para las Américas”, y justamente es una
especie de “organización de segundo piso” para que las
distintas iniciativas regionales puedan comunicarse,
compartir experiencias y derivarse casos pro bono
transnacionales. Por último, Zapiola Guerrico
mencionó que la Comisión está organizando el
Primer Foro Argentino de Abogacía Pro Bono en el mes de
septiembre de este año. El evento estará dirigido a
abogados, estudiantes de derecho y ONGs. Un objetivo
importante de las jornadas es convocar a abogados del
Interior del país para ayudar a “federalizar” la práctica
del Pro Bono. “También haremos mucho foco en cuestiones
candentes de Interés Público y cómo la sociedad civil y
los abogados pueden involucrarse positivamente en las
mismas” –agregó–.
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